Ruinas inmobiliarias

Leía hoy en el blog de un amigo un comentario sobre la insostenible situación que viven los bancos en relación a la pesada carga que supone la herencia dejada por la disparatada avalancha inmobiliaria que se ha producido en este país en los últimos diez años.
 
Muchos han considerado la recalificación urbanística del suelo como la última piedra filosofal, aquel prodigio que buscaron con ahínco muchos alquimistas durante toda la Edad Media: un mecanismo para trasmutar los metales comunes en oro.
La realidad es que los bancos han acabado acumulando inmensas superficies de suelo en los alrededores de las ciudades y en la costa española en la idea de lograr su recalificación y con ello obtener un plusvalor. Eso que ha funcionado con regularidad en España, durante más de 70 años a partir de la postguerra, se ha trastocado por primera vez y de repente los terrenos ya no valen prácticamente nada. Ese hecho ha convertido en un pozo oscuro toda la industria generada alrededor del crédito que impide a la economía de aquí levantar la cabeza. Lo sorprendente es que sesudos banqueros y economistas han otorgado préstamos durante años a las más disparatadas inversiones y negocios estúpidos sin que hayan tenido que asumir ninguna responsabilidad.
He visto esta imagen de la obra titulada Window and ladder del artista argentino Leandro Erlich y me ha parecido la perfecta metáfora de lo que ha ocurrido. Los humanos solemos construir quimeras en el aire que parecen sólidas y de repente quedan en una situación imposible por insostenibles. Como los activos inmobiliarios que figuran en los balances de los bancos españoles y sobre los que sus responsables no quieren reconocer la extrema perdida del valor que les habían asignado ingenuamente.

 

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