EL ACCESO AL TRABAJO DE ARQUITECTURA

Godfather1. Boo Ritson, 2006. Saatchi Colection
En dos años el trabajo profesional de los arquitectos en España se ha encogido en más de un 80%. Toda aquella forma tradicional de acometer las tareas de la construcción, a la que estábamos acostumbrados en este país, está en un proceso de transformación acelerada.

Ello ha ocurrido y sigue todavía ocurriendo en un momento en el que las Escuelas de Arquitectura se han multiplicado exponencialmente a lo largo y a lo ancho de la geografía española. En consecuencia, las cifras de profesionales jóvenes que se incorporan cada año al mundo profesional son cada vez más abultadas y el conjunto de la profesión tiene que acostumbrarse a una situación de enorme escasez de trabajo.
<---Tomando como referencia lo que existe en la periferia remota de este archipiélago, el espectro sociológico de la profesión en España se podría caracterizar por una presencia todavía masiva de equipos pequeños, aquellos formados por menos de 5 personas, en los que uno o varios arquitectos se apoyan en algunos otros técnicos, ayudantes y colaboradores en una especie de diminutos talleres artesanos.
Muchos de estos equipos han sido los cómplices técnicos necesarios para llevar a cabo el negativo proceso inmobiliario ocurrido. Ese que ha significado la dañina transformación de nuestros cascos tradicionales, la ocupación salvaje de los espacios costeros y la privatización masiva de los paisajes más representativos de muchos territorios. Aquellos valores que constituían una parte intangible de nuestro patrimonio colectivo han desaparecido con la ayuda de muchos arquitectos.
Junto a este conjunto más extenso de profesionales de la construcción, en años más recientes, se ha iniciado también una práctica más compleja, caracterizada por el liderazgo de figuras prominentes a nivel de este país concreto: arquitectos multipremiados y con encargos cada vez más suculentos que han sido catapultados por los medios profesionales en una suerte de retroalimentación constante. Esta especie de las estrellas de la arquitectura local, ligadas a veces a la docencia y a veces a las instituciones públicas, ha estado apoyada por numerosos estudiantes y titulados jóvenes que han aportado una gran ilusión, a los que se les ha exigido una dedicación de alta intensidad y a los que se les ha solido retribuir paupérrimamente, cuando se les pagaba. Las marcas de arquitectura reconocidas se han caracterizado una intensa dedicación a la forma espectacular y una escasa disposición ética, junto con una baja habilidad empresarial más allá del acceso al reconocimiento mediático local; algo que, en su conjunto, les ha impedido consolidarse realmente.
Transparent house, Crescent Tower. Concurso Thyessen-Krupp. Dubai, 2008 
Al mismo tiempo y también en España, numerosas obras de nueva planta se han realizado por arquitectos de la elite más reconocida a nivel mundial. Un reguero de edificios estéticamente discutibles que han consumido recursos ingentes en una suerte de despilfarro colectivo y que han generado una imagen profesional que nos presentan globalmente como técnicos poco fiables. Esta inconsciencia elitista, junto a la falta de generalizada de escrúpulos y códigos éticos respetables, ha dejado una imagen muy deteriorada de la profesión, tal como la ha presentado Llatzer Moix en su último libro Arquitectura Milagrosa.
Un fenómeno que afecta a la posición genérica de la profesión, que ha adquirido con ello un sello espurio de artistas del manejo del espacio, expertos que no tienen en cuenta los problemas reales de la gente, y que promueven un proceso de estetización del espacio que conduce en muchos casos al nihilismo colectivo. La devaluación del papel social de los arquitectos se ha visto secundada por la continua erosión sobre sus responsabilidades técnicas incentivada por otras profesiones vecinas como las que han ido asumiendo los promotores, gestores de obras y todo tipo de ingenierías. Además, muchos arquitectos españoles suelen regalar previamente sus conocimientos y servicios más esenciales, en una suerte de ceguera colectiva que apuesta por la obtención de unos encargos públicos y privados crecientemente elusivos. Una práctica suicida que está contribuyendo a la acelerada canibalización del conjunto de los arquitectos
Sin embargo, en las grandes ciudades se están imponiendo ya la estrategia de la empresa consultora de proyectos formada por grupos de técnicos, extensos y multidisciplinares, tan característica de los países anglosajones. Son mastodontes de eficiencia consultora que pueden acceder a encargos profesionales más complejos y extensos bajo una aureola de capacidad técnica y músculo financiero. Su mayor visibilidad junto a una oferta de servicios más especializados y sofisticados es una baza potente que incide en la consolidación paulatina de las consultorías técnicas lideradas por la ingeniería en la gestión, promoción y construcción de edificios y todo tipo de infraestructuras.
Mientras ha habido una efervescencia de trabajo muy considerable, el mundillo profesional de los arquitectos ha estado distraído –lo que podríamos encuadrar en las dos décadas más recientes- con las actividades de las estrellas de la profesión en una suerte de juego de los famosos y el cotilleo sobre sus peripecias. Al mismo tiempo, la formación recibida en las universidades se ha ido orientando paulatinamente hacia un conjunto de habilidades que se relacionan casi más con la creación de imágenes publicitarias que con los conocimientos ligados a la edificación real. Las capacidades técnicas del arquitecto, constructivas, de instalaciones y sobre el manejo presupuestario se han ido deteriorando de una manera progresiva.
Hace unos años descubría en el blog austriaco Anarchitecture un gráfico inspirador que relacionaba el número de personas con el número de arquitectos en varios países de la Unión Europea. Ese gráfico reflejaba claramente aquellos lugares en los que el exceso de profesionales se correspondía con un claro deterioro de la arquitectura. Italia y Grecia encabezaban la lista de países con mayor proporción de arquitectos y la Republica Checa y Polonia, el extremo opuesto.
Número de arquitectos por 1000 habitantes en cada comunidad autónoma española

En base a esa prefiguración casi se podría establecer que el punto de equilibrio podría estar en 0,8 arquitectos por habitante, como cifra optima de profesionales en un país con la estructura y condiciones de los europeos. He querido hacer un ejercicio parecido en lo que se refiere a las distintas comunidades autónomas del estado español, relacionando población y número de arquitectos junto a la relación entre arquitectos y millones de €uros de PIB regional disponibles, tomando como referencia el año 2007. Un análisis de los resultados no deja de ser sorprendente de los lugares más favorables al desarrollo de esta profesión y, al mismo tiempo, concluyente sobre las razones del fuerte deterioro que existe en las grandes ciudades en las que la posición de los arquitectos se enfrenta a una competitividad autodestructiva.

Madrid, Navarra y Cataluña serían los lugares más problemáticos para establecer una práctica razonable de la arquitectura, mientras que Murcia y Extremadura podrían ser los más benignos. Algo similar podría ocurrir en Castilla La Mancha sobre la que se podría presumir que es, no obstante, una región técnicamente dependiente de la capital. Otras zonas privilegiadas serían Cantabria, Aragón y Asturias mientras que el resto formaría un grupo compacto de comunidades en las que se podría haber percibido atenuadamente el deterioro en la rentabilidad de la arquitectura mucho antes de que llegara la actual crisis.
Sobrevivir en Madrid y Barcelona como arquitecto debe ser una tarea muy ardua. A estos efectos es sintomático también que allí haya sido el lugar donde recientemente se ha constituido el primer sindicato profesional al objeto de reivindicar unas condiciones laborales más justas para los arquitectos asalariados. La competitividad en esas ciudades debe ser extrema y explicarían la predisposición de sus figuras más destacadas a competir fuera del país. La arquitectura española se habría orientado con fuerza hacia el exterior, antes del advenimiento de la actual crisis el sector de la construcción residencial, que se ha llevado ya más del 80 % de su aportación económica a la producción conjunta nacional.
Número de viviendas iniciadas anualmente en España. 1980-2008

Este panorama previo de la profesión nos lleva al contexto actual de la arquitectura española que es un reflejo del fuerte deterioro de la situación económica que vive el país en su conjunto. El fulgurante crecimiento del Producto Interior Bruto español en la última etapa de la democracia ha estado muy ligado al desarrollo masivo del sector inmobiliario, apoyado en una financiación barata otorgada por el sector bancario. Ello ha dado lugar a unas periferias urbanas que han adquirido una extensión descomunal y unos territorios costeros devastados por masivas actuaciones especulativas. Es, por ejemplo, el caso del arco de la ribera del mediterráneo, una auténtica megalópolis conformada por una estrecha y continua banda urbanizada de cientos de kilómetros.

Todo un excedente especulativo que se va a tardar en liquidar bastantes años haciendo con ello redundante la enorme capacidad productiva del sector de la construcción, la industria auxiliar y los servicios técnicos asociados. Ello agravado con el problema financiero que sufren las entidades bancarias, que tienen que cubrir como sea las mermas patrimoniales que ha supuesto la increíble disminución del valor de sus activos. Todo un efecto consecuente con la reducción real sufrida en los precios de los productos inmobiliarios avalados. Hasta el momento, las entidades bancarias han sido incapaces de trasladar esta perdida a sus cuentas manteniendo unos valores contables ficticios, año tras año en sus balances patrimoniales. La consecuencia más evidente de este grave problema financiero es la fuerte restricción del crédito inmobiliario y con ello la práctica detención de la producción de viviendas.
La realidad es que, en el conjunto de las principales regiones españolas, las necesidades sociales de arquitectura han variado radicalmente en un periodo temporal muy corto, de escasos tres años. Hoy en día existe un excesivo número de profesionales en oferta y una demanda reducida a una mísera parte de la que existía hace poco tiempo. Una crisis colectiva que permanece invisible para una sociedad insensible a los problemas de este gremio de profesionales, a los que estigmatiza como responsables de muchos desaguisados y a los que identifica como personajes siempre relacionados con múltiples casos de corrupción colectiva.
Lo cierto es que hoy los arquitectos españoles pertenecemos a un gremio extremadamente depauperado, con escasos visos de volver a acceder a un mercado de trabajo intenso en recursos humanos. Es necesario pasar urgentemente a transmitir esta realidad profesional y contribuir a establecer los mecanismos para recuperar unas mínimas perspectivas de supervivencia, igual que les debe estar ocurriendo a otros también ligados al sector de la construcción. En esta situación, la deteriorada forma en que se accede al escaso trabajo profesional se convierte en un elemento crucial sobre la que se debe reflexionar y debatir colectivamente.
Oldman13. Sun Yuan y Peng Yu, 2007. Saatchi Collection

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6 comments to EL ACCESO AL TRABAJO DE ARQUITECTURA

  • Hola Federico.
    Me parece acertadísismo lo que dices.
    Y, efectivamente, es practicamente imposible ganarse la vida como arquitecto en Madrid.

  • Federico, la imagen final significa que te sientes viejo?
    ;)

    Yo pienso que hay algunas matizaciones en cuanto a la arquitectura/PIB nacional. No es igual una comunidad que vive del campo o de la minería que la que lo hace de los servicios, como Canarias y Baleares o Madrid, cuya área metropolitana debe de generar la mayor parte de ese PIB, y por tanto estará asociado a actividades de carácter más urbano que puedan dar lugar a más trabajo en el campo de la arquitectura. Leí hace tiempo que en Madrid había muchos menos titulados universitarios parados que en Barcelona.

    La otra cosa es que estoy de acuerdo contigo que la profesión libre del arquitecto orquesta-suicida con honorarios de risa para llevarse trabajos es muy dañina. Y creo que estos equipos interdisciplinares formados por múltiples profesionales que den rigor y seguridad son los que tienen mejor futuro, o por lo menos un trabajo asegurado más constante.

    Saludos desde por aquí arriba

  • Pues sí, casi me veo en silla de ruedas y pidiendo limosna por las esquinas.

    En este momento, la situación está verdaderamente mal y los arquitectos no estábamos acostumbrados ni preparados para algo así. El sector de la construcción casi ha llegado al fondo del pozo y ya empieza a haber señales aunque tímidas de recuperación, como dicen esos pedantes de los periodistas económicos.

    En cuanto a lo que dices del PIB es cierto. Pero es que no soy economista y no se acceder a los datos desagregados. Hay comunidades que han vivido más de la construcción turística que otras y habría que incluir a Canarias y Baleares entre ellas.

    Si una salida hay para tanto parado sin seguridad social ni nada parecido es la de la unidad, la transparencia y el esfuerzo en la búsqueda de soluciones para este colectivo. Yo creo que tienes razón, el estudio del arquitecto individualista que presume de sus facultades artísticas está abocado a la extinción.

    Recientemente, una amigo que tiene un estudio unipersonal me decía que el sobrevive porque mima tanto a los clientes que ha acabado convirtiéndose en su siquiatra, su consejero, su amigo y casi su padre aconsejándoles sobre todo menos en lo que se refiere a encargos.

    ¿No tendrás unos €uritos que te sobren por ahí?

  • Andrés

    Queridos Fede y comentaristas:

    no creo que la cuestión sea de tamaño, sino de orientación; creo que más bien son los tamaños intermedios los que pierden sentido, y lo mantienen los muy pequeños con trato super-personalizado, o los grandes. Eso sí, nada de hacer de psiquiatra, ni de tumbar los honorarios.

    Enfín queridos amigos, quién nos iba a ver en esta. Pero que no decaiga. AM

  • Saludos a todos… tenemos lo que nos merecemos (y hablo colectivamente, porque personalmente no me siento muy culpable). Arquitecto de profesión y profesor de arquitectura legal, menospreciado lógicamente por los eximios de proyectos, que se permiten insultar a muchos alumnos por no tener la talla de artistas exigida para que le presten su privilegiada atención… A mis alumnos, ya en 5º, nadie les ha hablado de la profesión de Arquitecto, y se les ha hablado y mucho del Arte de la Arquitectura, dos cosas que no son lo mismo, pero sí están relacionadas. Yo soy Arquitecto, pero no soy Artista, lo siento, y la crisis me tocará menos. He proyectado y edificado (ahora menos, claro), pero también he tasado, asesorado, peritado, diseñado escenografía, impartido clase, realizado un espacio de radio, escrito y publicado,… y todo ello me parece igual de noble, de divertido y de lucrativo. Por supuesto, estoy en situación de ventaja a quien sólo le han enseñado a hacer paneles de concurso, a quien lleva el estigma de la Secta del Arquitecto Mandarín, que sólo le permite aceptar trabajos elevadísimos. A todos aquellos que llegaban al colegio regalando puros al personal, a quienes atendían personalmente los jefes de visado mientras yo esperaba semanas para visar un honesto chalecito, con enormes cofres de horribles promociones… sólo les deseo que lo pasen bien en la crisis. Yo sigo teniendo mucho trabajo, de muchas cosas, por supuesto. Y me sigo divirtiendo… Suerte para todos.

  • Yo tampoco me siento culpable como Carlos. También soy arquitecto (superior) y al carecer de oportunidades (que no de facultades) para desarrollar mi faceta más artística me dediqué a hacer un poco de todo, usado y tirado en numerosos estudios de arquitectura e ingeniería. Pasan los años (ahora tengo 46) y te encuentras desorientado como cuando salimos de la escuela. Es curioso ahora he vuelto a hacer aquellos trabajos (cuando los hay) de reformas, rehabilitación de fachadas, etc. que me ayudaron a comenzar en esta dura andadura de trabajador de la arquitectura por cuenta propia. Ahora me doy cuenta que los compañeros que en aquellos años sacaban sus plazas en el estado de auxiliares o delineantes no eran tan tontos o estaban mejor informados que yo. Por lo menos el no haber subido mucho en el escalafón económico-social me permite acomodarme mejor a los tiempos de escasez actuales. Suerte a todos y procuremos no devaluar aún más la profesión y/o la arquitectura.

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