PARADOJAS DE LA ORDENACIÓN DEL TERRITORIO EN CANARIAS

Isla de Lanzarote. La estructura viaria urbana y rural constituye la base principal de la ordenación del territorio más allá de los documentos de planificación realizados. Proyecto Life 2001-2004, Reserva de la Biosfera

En la última década, las instituciones del archipiélago canario, su Gobierno Autónomo, su Parlamento regional y sus Cabildos Insulares, han hecho un ingente esfuerzo para dotar a estas islas con un marco legal apropiado para la ordenación del territorio. Sin embargo, y esta es la principal paradoja, es en este período temporal cuando se ha producido la mayor degradación espacial de la historia, teniendo como escenario a las islas más habitadas.

Mezcla incontrolada de usos sobre el territorio. Vista aérea de Valle de Guerra en el Norte de Tenerife

A comienzos del siglo XXI se aprobaba la Ley del Territorio de Canarias que, con sus 249 artículos, 10 disposiciones adicionales, 10 disposiciones transitorias y dos anexos, ha dotado a esta región con un marco legal de una singular coherencia y complejidad para la ordenación de su territorio.
Pero a partir de ahí, Canarias ha vivido un desarrollo legislativo sobre el ordenamiento territorial profuso, sin parangón en el conjunto de las comunidades que componen España. Este esfuerzo de la región se ha concretado en 5 leyes, 3 reglamentos y recurrentes modificaciones legislativas de los textos aprobados a lo largo de este período.
Acercándose a las reflexiones de uno de los responsables de la actual legislación canaria, el ex-parlamentario autonómico Luís Fajardo Spínola, se podría erróneamente extraer la conclusión de que el actual sistema de planeamiento de Canarias es un freno a la imparable transformación que experimentan las principales islas. Dice Spinola en su libro sobre el
Sistema de Planeamiento de Canarias que:
Canarias es, sin duda, una de las Comunidades Autónomas que mayor esfuerzo ha hecho por dotarse de una legislación de ordenación territorial y urbanística adaptada a sus circunstancias.

…la enorme presión ejercida en las últimas décadas por el desarrollo urbanístico- turístico ha obligado a reflexionar sobre los límites del crecimiento y a adoptar medidas para su contención basadas en conceptos nuevos, de difícil integración jurídica, como la capacidad de carga…

No creo que haya muchos países en los que se estén planteando y abordando estos problemas con un alcance tan general. El cambio de perspectiva, del urbanismo desarrollista al urbanismo sostenible, es uno de los más grandes desafíos del siglo XXI.

Sin embargo, este adjetivado sistema de planeamiento, del cual los legisladores se sienten tan orgullosos, creo que constituye un poderoso corsé que está lastrando gravemente la capacidad para lograr una evolución positiva del propio entorno económico hacia opciones más sostenibles.
La situación actual se podría calificar negativamente como de parálisis insostenible. Lo cierto es que cada precepto legislativo que se ha ido acumulando, incorporaba la insensata exigencia de adaptación inmediata de los documentos de planeamiento que afectan a los 90 municipios del archipiélago. Ello, además, en unos plazos tan irrisorios para la práctica real de la planificación que son de imposible cumplimiento. Así, el pomposamente denominado Reglamento de Procedimientos de los instrumentos del Sistema de Planeamiento de Canarias, aprobado en 2006 y enmendado en 2007, impuso un máximo de dos años para la conclusión de los Planes Insulares y Generales municipales, un plazo a todas luces insuficiente que obliga al reinicio permanente de la tramitación de estos documentos..
Surge también una segunda paradoja, tan relevante como la primera que se mencionaba anteriormente: mientras los municipios canarios se esfuerzan por legalizar toda construcción posible surgida espontáneamente (de una manera ortodoxa, ilegalmente o alegalmente, etc.), sin mínimos criterios de previsión y organización racional del espacio, la legislación canaria ha ido restringiendo paulatinamente la supuesta autonomía local hasta configurar una situación absurda.
Los Planes Generales de Ordenación se han convertido desde la perspectiva de los municipios en instrumentos que pugnan por la legalización progresiva de una realidad urbanística incontrolada, en la que los agentes que intervienen sobre el suelo tratan de actuar desbocadamente, apoyados por la continua improvisación de las administraciones locales, mientras que la legislación aprobada exige su continua readaptación.

La última arquitectura turística, fruto de la despreocupación por la forma urbana resultante. Playa de las Américas, Adeje. Isla de Tenerife, 2007. Foto realizada por la Arquitecta Araceli Reymundo

Y lo más grave del asunto es que la planificación futura de la utilización de los cada vez más escasos territorios insulares y municipales ha quedado postergada y sepultada en una maraña descabellada de excesos documentales a cumplimentar como consecuencia de la extensa legislación aplicable. Lo cierto es que apenas se habla del aprovechamiento racional del territorio o de la forma urbana que sería apropiada para el futuro, en unas islas densamente habitadas. Se dedica una parte sustancial del esfuerzo humano, del tiempo de trabajo y del debate ciudadano a constatar el cumplimiento de unas exigencias legales desquiciadas.
La apertura de alternativas a esta situación es una necesidad social ineludible en un archipiélago amenazado por la insostenibilidad y con claros límites al crecimiento en extensión. La construcción de nuevos instrumentos para el tratamiento del espacio debería llevar desde una situación política y administrativa que entiende la ordenación del territorio como control férreo hacia otra en que se hiciera más hincapié en la guía de los procesos a favor del bien común.
Como ha explicado
Juan Freire muy certeramente en un texto reciente, hay que poner el énfasis en el desarrollo del capital intangible humano e institucional, formal e informal: frente a la obsesión por la construcción de lo tangible apoyado por burocracias ineficientes, construcciones e infraestructuras, se debe atender al desarrollo de las ciudades como redes de personas y espacios de interacción que explotan inteligentemente las tecnologías digitales de la comunicación.
Es necesario pasar de aquella visión iluminista que concibe nuestras sociedades como espacios que deben controlarse y planificar hasta el mínimo detalle en la prefiguración de una imagen fija del futuro a concebir el proyecto de los territorios como un proceso liderado por el interés público, abierto a diseños flexibles adaptables a la mutación constante de las perspectivas continuamente variables de la época que nos ha tocado vivir.
El planeamiento es un ejercicio que debe prever y desentrañar el posible devenir de un territorio concreto, a partir del análisis de cuales son las componentes de lo que previamente existe en ese lugar. Un urbanista italiano,
Bernardo Secchi, explicitaba esta idea de una manera más certera en su libro Prima lezione de urbanística:

Para el planificador, la ciudad y el territorio son no solo un inmenso archivo documental sobre el pasado sino sobre todo un inventario de lo posible.

La idea de urbanística que propongo es aquella de un saber, no una ciencia, relativa al modo de construcción, continua modificación y mejoramiento del espacio habitable. Situada entre el estudio del pasado y la imaginación del futuro, entre verdad y ética, eso sí construida lentamente, por acumulaciones sucesivas, al amparo de practicas artísticas, constructivas y científicas de las que no se puede separar

Proyectar el territorio del futuro, esa es la tarea esencial; que se recrea constantemente ante el devenir acelerado de un mundo cada vez más interconectado y cuyas influencias y pugnas son a la vez locales y globales. Decía el Premio Nóbel Ilya Prigogine: la utopia del futuro construye el presente. Ello, aunque a veces nos podamos equivocar en nuestros cálculos y visiones
Por ello es importante tener claras una serie de premisas para la transformación de los instrumentos habituales de manejo de las ciudades y el territorio que resumiría en las siguientes:

- El proyecto hacia el futuro conviene que sea una apuesta lo más ampliamente compartida, social y políticamente, o no existirá como tal

- Gravitará en el reconocimiento y empleo de las tecnologías más baratas, simples y adaptadas a cada entorno concreto, funcionando como vectores para el cambio de nuestro modo de vida actual, insostenible a largo plazo.

- Se apoyará en la construcción de fuertes redes locales solidarias y entrelazadas que contrarresten la homologación económica internacional imperante y que impulsen al contrario la globalización desde abajo, a partir de los intereses de cada lugar.

- El cambio debería contemplarse como objetivo de permanente adaptación y la incertidumbre como caldo de las oportunidades posibles, que estimulan las perturbaciones y el afloramiento de las nuevas actitudes que necesitaremos con urgencia

- El concepto de sostenibilidad conviene entenderlo como una suma de estrategias para un aprovechamiento más eficiente de los recursos endógenos sin hipotecar el futuro de las generaciones venideras ni la exportación de las malas prácticas ambientales propias.

-Planificar a partir de ideas económicas coherentes con el desarrollo apropiado de cada lugar, con la conciencia de los fuertes cambios en curso. El territorio debe pensarse como espacio finito para la interacción en el que se premie la mayor eficacia y el menor despilfarro

- El planeamiento debe transformarse para engendrar herramientas más flexibles que valoren sobre todo los aspectos procesuales, facilitando la innovación y la creatividad de la pléyade de actores afectados.

El territorio del pasado. Autopista TF-5, columna vertebral del área metropolitana de Tenerife. Década de 1960. Foto cortesía del Ingeniero de Caminos Enrique Martín
Este texto es una reelaboración parcial de la conferencia que voy a pronunciar el próximo Martes 29 de abril en la Universidad de La Laguna con motivo del Seminario sobre Planeamiento y Cultura del Territorio en Canarias que ha organizado el Colegio de Geógrafos, la Vice-Consejería de Ordenación Territorial del Gobierno de Canarias y la Fundación para el desarrollo y la cultura de La Palma.

Los pormenores de este Seminario se localizan aquí.

7 comments to PARADOJAS DE LA ORDENACIÓN DEL TERRITORIO EN CANARIAS

  • Me resulta muy interesante hablar sobre estas paradojas en este formato de blog (muchas gracias a Federico) utilizando la idea del corse he visto que según wilkipedia sirve para moldear una forma deseada (el territorio por poner un ejemplo) por razones esteticas (el paisaje, por poner un ejemplo) o medicas (la ecología por poner un ejemplo). Lo cierto es que para algunos este corse legislativo era el instrumento hallado que había que perfeccionar, sin embargo ahora parece que ya estan sintiendo la falta de aire que propicia el corse puesto que hablan de una nueva ley de medidas urgentes, esta vez para simplificar la Normativa. A todas estas hariamos bien en preocuparnos del planeamiento ya que viene sufriendo sin rechistar esa falta de aire y con esa insuficiencia resulta muy dificil otear el horizonte.
    Saludos

  • Hola Federico,

    es muy interesante esa primera imagen de Lanzarote que tan bien distingue entre el territorio antropizado y el virgen (y eso que esta isla conserva un razonable balance a partir del segundo). Abrazos, Am

  • Cada vez estoy más convencido que el control de fenómenos tan complejos como el de la urbanización no puede realizarse a través del planeamiento tradicional. No hay más que ver la foto de arriba con las líneas rojas marcando una trama azarosa de antropización del territorio. Aunque lo de azarosa podría ser discutible cada vez tengo más datos para pensar que es así (tendríamos que discutir el concepto de azar). Lo único que significa es que, efectivamente, el plan como intrumento integral de organización de los usos del suelo no funciona. En cambio pienso que la ordenación sectorial (por ejemplo, la de protección de la naturaleza) es mucho más efectiva probablemente porque no pretende un control total del territorio a todas luces imposible viendo la multitud de fuerzas y agentes que intervienen en su construcción. Pienso que este debate (que ya se produjo en los años setenta) es necesario volver a reproducirlo porque tanto las condiciones como el conocimiento de los procesos que tenemos ahora es bastante diferente.

  • Anonymous

    No soy especialista en urbanismo, pero me resultó interesante el artículo. Toca de soslayo un tema que me gustaría resaltar, y en el que los urbanistas quizas no caen por falta de vocación, conocimiento o porque se sale de sus objeto de estudio. Es el tratamiento que se le da al suelo rustico en el sistema de planeamiento de canarias. Las distintas medidas lo condenan al abandono. Se le impone figuras de protección (muchas veces ficticias) que van desde declarar agrícola a un suelo que no tiene ese valor o a impedir usos distintos del agricola dentro de un suelo en el que la actividad agricola por si sola no sería rentable. Los planes especiales turisticos, de energias renovables, etc (ahora de moda) dejan fuera de circuito a este tipo de suelo. No es un buen criterio para la sostenibilidad de las zonas rurales. Ahogando a los propietarios,desposeyendo el suelo de usos perfectamente compatibles que aportarian economía a los entornos rurales, de forma complementaria, lo que se consigue es que todo el patrimonio rural, gavias cadenas, antiguas explotaciones agricolas se abandonen a la erosión. ¿Se tiende a que la naturaleza borre las huellas de antropización de siglos, de fabricar nuevos suelos naturales (entre comillas) en zonas rurales?. ¿A que viene tanto talibanismo?. ¿Por que se clasifica el suelo rustico de forma que SOLO se permita una SOLA actividad económica?. ¿Es que acaso se parte de la idea (equivocada, como es obvio) que el suelo no urbanizado, sus propietarios son los responsables de la degradación del territorio que padecemos?. Se habla pestes del señor que vive en el campo, del que se hace un cuarto de aperos que es en realidad una vivienda, del que se hace una piscina estanque. ¿No debería ser al reves?. Se debería premiar a aquel sr, agricultor ocasional de fin de semana, o al que se dedica a la agricultura de forma complementaria o como ocio, o como emulacion de la cultura tradicional de sus abuelos. Estos, son los que realmente han conservado y estan conservando los valores tradicionales en suelo rustico, son los que no han dejado que sus terrenos entren en procesos urbanizadores, son los que gastan sus recursos ahorrando en su finca. Pero para estos mas que el premio lo que hay es la APMUN. Multas por cualquier cosa que hagas. Como si fueran ellos y no otros los culpables de los desmanes urbanisticos. Demonos una vuelta por el campo y veremos la multitud de fincas abandonadas, paredes de terrazas que se caen, arboles secos. Y la respuesta que a esto dan Las Leyes es de una simplicidad espantosa: Dediquese a la agricultura, pero vaya en su coche, entre en burro (no mejore el camino), y vuelva a su casa de la ciudad. Asi esta la cosa . ¿Para cuando el ordenamiento territorial contempla que la COnservacion de las estructuras rurales debe ser un objetivo?. S i así lo hiciera, el premio es el permitir los usos en el suelo orientados a ello, incluso el residencial de fin de semana, el turismo rural, las instaslaciones fotovoltaicas y eolicas, o cuanquier actividad clasificada compatible con la conservacion?.

  • Con esta observación última no puedo estar en absoluto de acuerdo. En Canarias hay que acabar con la permisividad hacia la construcción de nueva residencia en el Suelo Rústico.
    Y ello por varias razones. La primera, por que en el proceso de subdivisión por herencia, la dimensión media de las parcelas en las islas más urbanizadas ha llegado a tamaños sumamente ineficientes para el desarrollo de actividades agrícolas viables económicamente y la tentación para sustituir el poco espacio rural por uma urbanización difusa es altísimo. En segundo lugar, porque es necesario concentrar a la población en las áreas urbanizadas, abaratando con ello los costes de provisión de todo tipo de infraestructuras y servicios. Y en tercer lugar porque la dichosa sostenibilidad pasa por la preservación de las verdaderas tradiciones rurales que no es aquello de construirse una casita en el campo como piensan algunos y vivir alejados insolidariamente. Es algo mucho más complicado

  • Anonymous

    Con nada de esto esta de acuerdo ¿?.
    “” ¿Para cuando el ordenamiento territorial contempla que la COnservacion de las estructuras rurales debe ser un objetivo?. S i así lo hiciera, el premio es el permitir los usos en el suelo orientados a ello,”.
    No se trata de construir el campo. QUizas la profesion de arquitecto solo sabe pensar en terminos de construccción. Pero hay mas actividades distintas de la residencial que se esta Prohibiendo. Y me temo que esto no se hace por proteger sino por controlar para beneficio de los que estan en el poder.

  • Anonymous

    Lo ultimo lo ha dejado kO, directo al mentón arquitectónico. Y la casita en el campo mola, el edificio high tech en la urbe no, suele ser feo, mal edificado y peor conservado.

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