10 MEDIDAS QUE UNO PUEDE TOMAR PARA COMBATIR LA RAMPANTE RECESIÓN EN CURSO

Dinero menguante. La inflación descontrolada es un desastre en el que nos estamos adentrando. Como el que ocurre en ese desgraciado país surafricano que es Zimbabwe
Elaboradas a partir de un planteamiento similar aparecido en Treehugger.com
(El que abraza los árboles, página americana sobre sostenibilidad y alternativas energéticas)

El sistema mercantil y comercial, que se ha extendido desde hace varios siglos, ha llegado a un punto de inflexión del cual se puede concluir su inviabilidad en un futuro no muy lejano. La extracción, procesamiento, fabricación y distribución de todo tipo de mercancías se basa en un factor que no puede crecer ilimitadamente, la energía. Incluso si se sustituyera completamente el uso de combustibles fósiles para la producción energética, el sistema tampoco podría crecer indefinidamente por encontrarnos en un entorno finito, el planeta tierra.

La cuestión es que los mecanismos ideológicos en los que se apoya la financiarización del mundo han ido convirtiendo a los habitantes del llamado Primer Mundo a una religión que se llama consumo y que es totalmente insostenible a largo plazo. Consumimos productos cuyo proceso de producción, probablemente, ha recorrido múltiples lugares a lo ancho y a lo largo de este mundo usando cada vez más energía. Si solo fuera por esto, quizás todo podría seguir funcionando así, sin embargo, lo que consumimos utiliza en gran medida otros recursos materiales que no son renovables y entre ellos, algunos elementos básicos significativos solo podrán obtenerse durante algunas décadas más.
Además hay que añadir la variable ética que supone que el consumo imperante es un sistema que supone la expoliación de vastas zonas del planeta y por ello, acelera la miseria de una parte cada vez más amplia de la población mundial. La perversión de este proceso imperante adquiere un carácter muy preocupante si se consideran los métodos que se emplean para incentivar el consumo. Uno de ellos es lo que algunos denominan obsolescencia planificada, un sistema que promueve una baja calidad de los productos e imposibilita el reciclaje de aquellos elementos sofisticados que forman parte de nuestra cotidianeidad, ordenadores, cámaras de fotos, automóviles. De acuerdo a la obsolescencia planificada, una vez consumidos los productos deben convertirse en basura lo más pronto posible y el uso generalizado de las reparaciones y de repuestos se considera una amenaza al funcionamiento del sistema.
Por ello, es conveniente divulgar todo lo posible algunas alternativas, adquirir consciencia de estos problemas que vamos prácticamente a tener que afrontar inevitablemente cuanto antes. Por ello, y dado que nuestros dirigentes y gobernantes parece que no se dan cuenta de ello, es conveniente empezar a intentar resolverlos con medidas que podemos realizar individualmente y que en una pequeña medida contribuyan a atenuar la crisis que define el panorama actual de nuestras vidas.

Estas son las 10 simples medidas que he recopilado:

1.- Comenzar un huerto propio

Un huerto permite obtener alimentos sencillos de la manera más cercana posible y, por lo tanto en teoría, su coste debe ser bastante más barato, a pesar de las subvenciones encubiertas que puedan tener las ofertas alternativas que existen en el mercado convencional.

El “jardin potager”, una inteligente costumbre muy extendida en Francia y Centroeuropa, gracias al cual cada familia se cultiva la verdura para su propio consumo

Un huerto básico para alimentar a una familia estándar solo requiere algo menos de 30 m2. Convenientemente administrado, en este espacio se puede cultivar una amplía variedad de vegetales, tanto para ensalada como para todo tipo de guisos. En patios y balcones también se puede producir una parte sustancial de lo que consumimos. En mi zona, unos amigos, Malena y Pedro, tienen uno maravillosamente gestionado con el añadido de gallinas que les supone un ahorro considerable.

2.- Aprender a nutrirse con comidas basadas en ingredientes básicos

La alimentación basada en productos empaquetados o semicocinados contienen los costes de una amplía cadena de intermediarios, junto con los márgenes y beneficios correspondientes. Cuanto más próximo es el producto a su punto de producción original, menores serán esos costes y un mayor ahorro para el consumidor.
Este es un planteamiento complementario al anterior y que coincide con aquellos que se promueven desde una visión sana de la vida. El uso de verdura y fruta producida localmente para la alimentación supone una mejora sustancial de la calidad organoléptica de los productos que no han tenido que pasar por la cadena de frío y transportarse desde lejanos lugares.
Lógicamente, requiere una vuelta a una mayor dedicación y trabajo al mantenimiento personal con el consiguiente ahorro inducido.

3.- Recoger toda el agua de lluvia que sea posible

El agua que hasta hace poco considerábamos un recurso ilimitado se ha convertido ya en un elemento objeto de disputas, que se despilfarra y que, finalmente, hay que llegar a producir también aportando energía.

Los pozos y aljibes unas infraestructuras que van a tener que dejar de ser decorativas y volver a utilizarse masivamente

En el caso de Canarias, en algunas decenas de años hemos pasado de contar con este líquido de una manera abundante a tener que desalar masivamente agua de mar, utilizando combustibles fósiles a unos costes cada vez mayores.
Por ello, la construcción de sistemas individuales de recogida y almacenaje de agua es una inversión a realizar que tiene costes iniciales pero probablemente rendirá frutos significativos en el futuro.

4.- Consumir agua frente al recurso a bebidas embotelladas

Frente a la usual compra de refrescos, alcohol o bebidas preparadas en el supermercado, el aprovechamiento del agua de la red local, siempre que ofrezca las condiciones higiénicas necesarias, es una alternativa de consumo sensiblemente más barata.
Para superar la mala calidad del agua de suministro, en el caso de que ello sea así, existen sistemas individuales para su potabilización, tratamiento sanitario y mejora del sabor

5.- Buscarse un trabajo próximo al lugar donde se vive

Una de las mayores insatisfacciones de la vida actual es la cantidad de tiempo desperdiciado en desplazarse de casa al trabajo y viceversa. Por ello, conseguir reducir estos desplazamientos innecesarios mejora geométricamente la calidad de vida personal en la medida que se pueda conseguir. Si contabilizáramos los costes de tiempo y dinero que se derivan nos asombraríamos.

6.- Moverse menos en coche.

Sin dejar de acceder a los lugares a los que uno le interese, priorizar el uso de otros métodos de desplazamiento puede significar un ahorro económico importante. Las alternativas están a la vista: caminar, montar en bicicleta y compartir el transporte.

Como en Holanda, territorio ciclista. Aglomeración de bicicletas en Maastricht

Cuanto menos se utiliza el coche, menos afectados por el creciente coste de los combustibles y menos contribución al calentamiento atmosférico.

7.- Comprar un vehículo de menor tamaño y más eficiente

Cuando no se pueda evitar el desplazamiento hay que considerar la adquisición de vehículos lo más adaptados posible a nuestra verdaderas necesidades. Una bicicleta, una moto o un coche pequeño siempre es mejor que aquellos vehículos devoradores de energía que nos vende la propaganda del consumo.

En Roma, el caos de tráfico ha obligado a la utilización de vehículos muy reducidos de los cuales existen múltiples versiones en el mercado

Hay que empezar a considerar el transporte individual como un sistema de desplazamiento insolidario y que no puede usarse para la representación del status personal, la diferenciación de la torpeza o de un poder absurdo.

8.- Reducir el consumo energético de la vivienda

Cada pequeña elección que se haga dentro de la vivienda tiene una repercusión acumulativa sobre el coste energético final. Cambiar los elementos de iluminación a aparatos LED o bombillas de bajo consumo puede ser un ejemplo.
La búsqueda de las condiciones de soleamiento adecuadas de las viviendas es una condición para mejorar el confort de los edificios supone un ahorro energético considerable al que los arquitectos apenas prestan atención.
Mejorar los cerramientos de los edificios para que sean menos calurosos en verano y menos fríos en invierno, aumenta el confort y reduce el consumo energético asociado. Por lo tanto, este tipo de inversiones reporta ahorros sustanciales a largo plazo.

9.- Invertir en aparatos de producción energética alternativa

Todavía no se han colocado los suficientes paneles para agua caliente sanitaria. Las placas fotovoltaicas son ya una alternativa asequible y los pequeños generadores eólicos individuales son una posibilidad inexplorada.

Los tradicionales molinos americanos de la empresa Aermotor. Una máquina capaz de ahorrar una ingente cantidad de energía

La producción energética individualizada es una alternativa que no ha sido convenientemente facilitada debido a la oposición acérrima de las propias compañías suministradoras que luchan contra el cuestionamiento de su poderoso monopolio de suministro.

10.- Entretenerse con los miembros de tu comunidad y los servicios cercanos

La costumbre de acudir regularmente a los centros próximos, a la búsqueda de entretenimiento, puede sustituirse por la interacción con tus vecinos y con los que comparten tu barrio.
En cada lugar es posible que haya clubes, centros de encuentro social, bibliotecas, etc. que ofrezcan una alternativa menos brillante pero su utilización regular como forma de entretenimiento podría a abaratar seguramente los costes de la forma de vida actual.

Sin embargo, sobre este debate, que está muy extendido actualmente en Estados Unidos, hay algunas voces que refutan las argumentaciones como en un post reciente de The Huffington Post por si alguno le interesa el contraste.

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