AGLOMERACIONES URBANAS DEL SUBDESARROLLO

Habitantes de Dharavi, Bombay. Foto: Marcus Fornell, Flickr

En una reciente estimación aparecida en citypopulation, se identificaba a las 65 ciudades que ya han superado los 5 millones de habitantes. Casi dos tercios se encuentran en aquellas regiones del mundo en las que la población padece graves carencias de todo tipo.

En cualquier caso, los principales problemas de estas aglomeraciones tienen que ver con graves dificultades para la supervivencia. Estas macrociudades no suelen contar con infraestructuras comunes adecuadas, como es el caso del acceso al agua y la electricidad que son claramente insuficientes, por no hablar del saneamiento. Además, las enormes carencias de servicios de todo tipo, sanitarios, educativos, etc. para atender una demanda poblacional en crecimiento exponencial es un lastre que hace que la vida en las ciudades de los países depauperados sea de una fragilidad extrema.
La injusticia global en la disposición y administración de los recursos ha llevado a comunidades enteras a situaciones para las que no se vislumbra una salida minimamente viable. Continentes enteros, como África, han permanecido durante décadas en una difícil situación, ajena a los intereses de los que vivimos en el mundo opulento.
En 1972, se presentó el conocido Informe del Club de Roma, titulado Los límites del crecimiento, que fue tildado de catastrofista por presentar nuevamente y actualizar los argumentos de la tesis de Malthus sobre la incapacidad del planeta para albergar a la población en el futuro. Treinta y cinco años más tarde, lo cierto es que la Tierra se ha urbanizado más aceleradamente de lo que se preveía en ese trabajo. Mientras que en 1950 había 85 ciudades con más de un millón de habitantes, actualmente las aglomeraciones urbanas que superan esta cifra se aproximan a las 475, según el geógrafo Thomas Brinkhoff.

Localización mundial de las ciudades de más de 5 millones de personas

Las mayores ciudades del mundo tienen una pauta de distribución aleatoria en el planeta, con una tendencia a la concentración urbana masiva en los países pobres. Dos tercios de este conjunto de aglomeraciones pertenecen al llamado Tercer Mundo. Dentro de este espacio geográfico, situado principalmente en el hemisferio Sur de la tierra, se destaca el arco geográfico que se extiende por el sudeste de Asia, caracterizado por una alta presencia de grandísimas ciudades, desde Teherán hasta Seúl en Corea y la gran aglomeración japonesa que supera, ella sola, los 59 millones de habitantes, incluyendo a Tokio, Osaka y Nagoya. En este ámbito de países, sobre todo en India, China, Filipinas e Indonesia, se concentran las principales ciudades del rango de más de cinco millones de habitantes, que agrupa una población de más de 380 millones de personas.
En América Latina se localizan actualmente 7 ciudades de este tipo con la presencia dominante de la megaregión urbana que enlaza Sao Paulo y Río de Janeiro. Agrupa a más de 37 millones de personas y se estructura a lo largo del eje de comunicación y transporte entre ambos centros urbanos a lo largo de 500 kms, incluyendo ciudades de tamaño medio y el polo industrial de Campinas. El continente latinoamericano ha experimentado una evolución muy positiva en la última década, mejorando sus parámetros económicos notablemente y en el cual, la región brasileña va a representar un papel futuro muy destacado si logra superar la contradicción que supone una distribución excesivamente desigual de la riqueza.
El continente africano tiene una menor concentración de grandes ciudades existiendo solo dos que superan los 5 millones de habitantes, El Cairo con 16 millones y Lagos con 10. En África Occidental la concentración urbana es todavía incipiente, aunque no obstante, la cuenca del golfo de Guinea es una región con una potente expansión de las ciudades y en las que los procesos de urbanización en curso va a producir una tremenda aglomeración de 600 kilómetros de largo que se extenderá desde Lagos hasta el Atlántico formando un conjunto de ciudades que superará los 60 millones de habitantes en 2020, según un estudio de la Organización Europea para la Cooperación y Desarrollo. El problema de la incipiente macrourbe africana es la ausencia casi total de infraestructuras que articulen las concentraciones más urbanizadas, así como la permanente inmersión de sus poblaciones en guerras de tipo étnicas o como consecuencia de la lucha encarnizada por la disposición depredadora sobre unos recursos naturales muy ricos.
No obstante, esta nueva fase del desarrollo de la urbanización ocurre al margen del crecimiento económico. Así como durante la época de expansión de las ciudades europeas y norteamericanas, la extensión urbana estaba ligada a la industrialización y el empleo relacionado, en la actual etapa, la urbanización de los países pobres se ha desligado claramente del crecimiento económico.
El aumento generalizado de la productividad agrícola junto con las políticas desregulatorias y la disciplina financiera impuesta por los organismos internacionales de coordinación económica, ha originado un éxodo masivo del exceso de mano de obra campesina, incapaz de competir con las producciones subvencionadas de las regiones del Primer Mundo. A los granjeros tradicionales africanos se les ha enfrentado una estrategia económica salvaje respecto a la cual han tenido escasas posibilidades de sobrevivir con sus sistemas de cultivo caracterizados por la baja productividad y las dificultades de acceso a infraestructuras básicas.
Este desplazamiento humano a las ciudades, motivado por estas políticas macroeconómicas impuestas a los gobiernos en dificultades, se ha dirigido a las ciudades y, especialmente, a los barrios pobres e infradotados en un proceso de favelización global. Desde 1970 el crecimiento del chabolismo en los países pobres ha superado ampliamente a la tasa de crecimiento poblacional y al de la urbanización misma.
Se ha vuelto así a unos escenarios urbanos de alta degradación y que afectan actualmente a más de 1000 millones de personas. Esta realidad de las urbes contemporáneas no se la hubiera podido imaginar Charles Dickens en sus peores pesadillas. Los habitantes de las chabolas de la postmodernidad, si las conocieran, mirarían con envidia las sucias casetas de barro de Catal Hüyuk y Jericó construidas en los inicios de la urbanización hace más de 9000 años.
El tratamiento de la expansión de las ciudades de chabolas en el mundo debería contemplarse en la agenda política internacional con la máxima prioridad. Este es un problema global explosivo que está en el origen de los terribles procesos migratorios en curso. Frente a la distracción que supone el lema del momento, la amenaza del cambio climático, debería atenderse al verdadero reto del chabolismo planetario en expansión.
La emigración de las masas campesinas desposeídas a las ciudades no ha solucionado el problema de la subsistencia para estas poblaciones. Se han formado grandes aglomeraciones de infravivienda, sin servicios y sin acceso adecuado a infraestructuras básicas para la convivencia como el agua y la electricidad. Además, la carencia masiva de trabajo ha llevado a la aparición de actividades marginales de todo tipo, junto con la organización injusta de la convivencia fuera de los circuitos convencionales.
La aparición de epidemias y enfermedades, erradicadas hace mucho tiempo en las regiones desarrolladas, junto con la degradación general, disminuyen la esperanza de vida y hacen sumamente difícil la existencia a este gran segmento de la humanidad. La ausencia de unas condiciones mínimas de higiene junto con un acceso muy limitado a los recursos sanitarios y el hambre generalizada están transformando amplías regiones del mundo en infiernos respecto a los que los habitantes del mundo desarrollado no quieren tener el más mínimo conocimiento.

Vista del poblado africano de chabolas de Kibera, Kenia. Foto: Watertown Surfer, Flickr

Espacios como Kibera en Nairobi, recientemente noticia en los medios de comunicación globales, o Dharavi en Bombay, ejemplifican esta realidad derivada del intercambio económico desigual y altamente indigna que preside las relaciones internacionales de nuestros días. Frente a la emigración hacia los espacios digitales que tanto interesan a nuestros conciudadanos y que también contribuyen a aumentar la desigualdad, debería atenderse a la solución prioritaria de los problemas físicos y tangibles de la ciudad en los países pobres.
El aumento del coste de los alimentos derivado de la escasez de combustibles fósiles va a suponer una nueva lacra a añadir a los sufrimientos de los habitantes de estos espacios que representan la otra cara de la moneda del despilfarro existente en el mundo desarrollado. Por ello, las migraciones van a aumentar ya que la necesidad de supervivencia estimula el deseo de acceder a aquellos lugares en los que existe trabajo y en los que el coste de desplazamiento es menor. Este es un proceso que se acelerado en los últimos tiempos y los centros de las ciudades europeas son testigos privilegiados de este fenómeno.
El chabolismo y las favelas, que tan certeramente describe Mike Davis en su libro Planet of Slums (Planeta de Chabolas), van a extenderse paulatinamente hasta ocupar también las ciudades de las regiones avanzadas del mundo a las que hacía referencia en una entrada anterior. El crecimiento constante de las desigualdades es la verdadera amenaza que afecta a la supervivencia de nuestra especie y a la viabilidad del sistema ecológico planetario.
La especialización extrema y descarnada de estas poblaciones es la única alternativa económica a la que se ven abocados en estos lugares, en los que la calidad del espacio o del ambiente no tiene ninguna relevancia. Por ejemplo, Dharavi se ha convertido a la fuerza en uno de los lugares más ecológicos del planeta. Las castas hindúes más pobres conviven sin apenas movimiento en este espacio de 3 km2 con una densidad de habitantes superior a 3000 por hectárea. Para entenderlo claramente, ahí cada persona dispone de un espacio vital de algo más de 3 m2. La totalidad de la basura que llega es reciclada en este barrio de Bombay. Los materiales desechados en los lugares más insospechados, plásticos, metales, papel, telas, etc son transformados radicalmente, adquiriendo una nueva vida a unos costes irrisorios. Muchos “dalits” de Dharavi, la casta más despreciada de la India, han mutado de mendigos a empresarios con un futuro.

El chabolismo vertical de Dharavi, Maharashtra. Foto: MacLuhan69, Flickr

Lagos, una ciudad que se puede presuponer inviable, funciona a base de sistemas de intercambio irregular masivo, con una justicia no convencional y también con una especialización extrema de sus habitantes al margen de los circuitos económicos ortodoxos. Este es un caso extraordinario que ha despertado la curiosidad de arquitectos como Rem Koolhaas, fascinado por la variedad formal del espacio resultante y el abigarramiento colorístico de sus habitantes.

Mercado de contenedores de plástico. Lagos, Nigeria. Foto: Alf Gillman, Flickr

Convendría recuperar el estudio del problema de la urbanización marginal, que tantos esfuerzos intelectuales recaudó entre los urbanistas en los años 70, así como de los fenómenos económicos a ella asociados, como una posibilidad para colaborar en la reversión de este fenómeno que se extiende en nuestros días como una epidemia terminal de los países pobres.

2 comments to AGLOMERACIONES URBANAS DEL SUBDESARROLLO

  • Hola Federico; son estupendas las fotos que seleccionas; también lo que cuentas de que la urbanización de las megalópolis responde a dinámicas al margen de la economía ortodoxa.

    Enhorabuena por tu blog, y hasta otro momento. Andrés

  • Federico,

    gracias por tu comentario en mi página; espero que te resulte interesante. Curioso que estudiaras en Bcn, ¿cuántos canarios estudiásteis aquí en aquéllos años? Recuerdo que hace unos años invitamos a una conferencia a la escuela a uno de los tres AMP (no recuerdo ahora el nombre: un tío con gafas y bien simpático) y explicaba historias muy graciosas de cuando estudió arquitectura aquí. No debéis de ser muy diferentes de edad, así que seguro que os conocéis. Un saludo cordial, y hasta otra. Am

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