Construcción urbanística de una ciudad

La plaza de los Patos, punto central del barrio de los Hoteles

Introducción a algunos episodios urbanos de Santa Cruz de Tenerife

En uno de sus documentados libros, La cultura de la ciudades, Lewis Munford decía que después del lenguaje la ciudad es la mayor obra de arte de la humanidad.

 Y, efectivamente, la conformación histórica de las ciudades es algo más que la agregación azarosa de edificios y manzanas o la acumulación de hechos concretos protagonizados por personas específicas. Lo que acaba dando consistencia y significado a la memoria urbana es la aparición en el tiempo de episodios significativos que se cristalizan constructivamente y que son el resultado de un esfuerzo colectivo para dotar de una identidad común espacial a una sociedad determinada.

 Las ciudades suelen ser un agregado de espacios que adquieren una mayor brillantez en algunos casos y momentos concretos de la historia. Las sociedades alcanzan algunos momentos efímeros de plenitud y es ahí cuando se expresan las mejores ideas para lograr un mejor desarrollo cultural y colectivo. Lo que acaba reflejándose de alguna manera en la forma que adquieren determinadas partes comunes y, especialmente en los espacio públicos urbanizados.

Vista aérea del espacio fundacional de la ciudad de Santa Cruz de Tenerife. Foto: Adalberto Benítez, 1960 aproximadamente

En el caso de la ciudad de Santa Cruz en la isla canaria de Tenerife, la historia de nuestra ciudad comenzaría en 1494 con el desembarco de las huestes del investido Adelantado por la Corona de Castilla. Alonso Fernández de Lugo acabaría la conquista de Canarias para España, ocupando las islas de la Palma y Tenerife en las postrimerías del siglo XV. En el caso de esta última, realizaría su sometimiento en varias fases, a partir del desembarco de sus tropas en el mismo lugar, denominado Añazo. Allí, la llamada Caleta de la Carne era una pequeña ensenada junto a la que construiría inmediatamente una pequeña torre defensiva para protegerse de los aborígenes guanches y que luego sería sustituida por un fortín más consistente, una vez pacificadala isla. Ese es el hito urbanístico que está en el origen de Santa Cruz de Añazo, como sería denominada la villa en sus comienzos.

 En esa primera etapa fundacional todo gira en torno a la pequeña playa de desembarco que era un punto estratégico que, a lo largo de los años, convendría proteger de una manera cada vez más eficiente. Al cabo de una centuria, ya contaría con un castillo defensivo que se ejecuta siguiendo los planteamientos de la ingeniería que surge con el renacimiento. Pero es que además ya para entonces se había construido ya una muralla defensiva que se extiende totalmente alrededor de ese espacio para el desembarco.

 El primer documento cartográfico con el que cuenta la ciudad es el que realizó en 1588 el ingeniero cremonés Leonardo Torriani. En ese plano, titulado Porto di S. Cruz della isola di Tenerife, que se integra en su conocida Descripción e historia del reino de las islas Canarias, aparece dibujada la pequeña villa marinera, integrada por doscientas casas que se habían acumulado a lo largo del siglo que ha transcurrido desde el primer hito fundacional. Ahí se representan ya los elementos urbanos más significativos comoel castillo de San Cristóbal, que sustituyó a las primeras fortificaciones en 1577 y ocuparía un promontorio prominente de la costa junto al punto de desembarco habitual. En ese tiempo, el caserío se dispone entre ese baluarte defensivo y el otro elemento geográfico relevante, el barranco de Santos. La carta refleja también un primer esbozo de fortificación extensiva de la costa que se prolonga desde allí hacia el Sur por delante del pequeño grupo de casas del Cabo, ocupando todo el frente marino. Junto al desembarcadero se ha conformado un pequeño espacio abierto que, probablemente permitiría acomodar las maniobras de descarga y contacto con los navíos. Aparecen también reflejados de alguna manera, los templos primeros de este ya núcleo urbano: la fábrica básica de la iglesia de la Concepción junto a su plaza y las ermitas de Regla y de la Consolación.

 El pequeño asentamiento marinero creado a finales del 1400, no experimentó un desarrollo relevante durante varios siglos como consecuencia de ser un simple lugar costero de embarque y contacto con el mar, mientras otros núcleos de la isla ostentaron las funciones representativas del poder e, incluso, otros puertos canalizaron el tráfico comercial incipiente que las exportaciones agrarias podían incentivar. En 1700, Tiburcio Rosell dibujaría un plano de Santa Cruz de Tenerife que representa con eficacia el caserío consolidado entonces.

 A mediados del siglo XVIII, el barrio del Toscal en la primera periferia situada al norte del casco más antiguo no había sido ocupado todavía. Si se observa el plano de 1771 realizado por el ingeniero militar Joseph Ruíz, se aprecia que el espacio que conformará este primitivo arrabal se encuentra prácticamente vacío, salpicado por algunas edificaciones y caminos. Una especie de ámbito entre urbano y rural en el que se han dispuesto gran cantidad de huertas y que está atravesado por algunos barranquillos que lo dividen de Norte a Sur.

La ciudad de Santa Cruz de Tenerife y sus entornos. Joseph Ruiz, 1771

 Esos accidentes geográficos, junto con los caminos de conexión hacia el exterior son los que van a establecer las pautas básicas de la colonización espacial para la expansión del pequeño caserío preexistente. En ese plano, se observa el barranco de Guaite o de San Francisco que discurre paralelo a la actual plaza del Príncipe y cuya traza se dirige desde la montaña colindante hacia el mar por el vacío que luego ocuparía el parque de García Sanabria. Se puede considerar como el límite Oeste del barrio. También se marca claramente el barranco de San Antonio, cuya traza ocuparía posteriormente la calle del mismo nombre. Al sur, paralelo a la costa, se distingue el eje de la calle de San Francisco que establece una directriz hacia el Noreste y servía ya como acceso principal y soporte para la ocupación edificada del arrabal. Y, con ello, esa vía iba a establecer una direccionalidad concreta al crecimiento natural de la pequeña villa existente. Al Norte aparece dibujado el llamado camino de los Coches (la actual Ramblade Santa Cruz), que parte del extremo de la calle anterior y gira hacia el Oeste paralelo a otro barranco, el de Santos. Son estos elementos geográficos y de trazado, junto con la orilla del mar los límites que definen espacialmente al barrio del Toscal.

 El desarrollo portuario, que se derivó de la consolidación de la ciudad como capital administrativa del archipiélago y también de su posición geoestratégica como punto de escala del denso tráfico marítimo desde Europa hacia África y América, significó la aceleración en la ocupación y crecimiento residencial del Toscal. En 1900 se ha producido una completa ocupación de esa parte periférica al núcleo urbano primitivo. Un espacio en la que se asentarían emigrantes del interior y de otras islas atraídos por la boyante economía en marcha y plena expansión. En otros planos de épocas posteriores se puede observar ya la trama viaria completamente definida en su conformación actual. Al mismo tiempo se realizaría otras infraestructura urbana fundamental, el bastión defensivo de Almeyda en el extremo Este del barrio. Así, entonces, este sector de la ciudad habría acabado de conformarse urbanísticamente.

 La confluencia de varios hechos haría que durante unas escasas seis décadas, entre 1850 y 1920, el pequeño núcleo urbano en torno al embarcadero se transformara en una vibrante urbe con un desarrollo acelerado. Junto a su configuración como capital administrativa de la provincia de Canarias, la implantación de la sede del mando militar del archipiélago y la desaparición del puerto de Garachico en el norte de la isla serían dos hechos que estimularían un crecimiento poblacional sin precedentes. En esos años, la población se doblaría en tres ocasiones, pasando de quince mil a ciento veinte mil habitantes en un corto período de tiempo.

 Hasta mediados del siglo XIX, la forma urbana se había ido concretando así como una serie de adiciones reticulares de calles pautadas siguiendo dos direcciones, norte sur unas y este oeste otras. Así las calles se trazarían de una manera informal bien paralelas a la costa o bien según una pauta ascendente perpendicular ala topografía. Todoello sin una idea de conjunto a lo largo de los siglos desde que se produjo el primer asentamiento alrededor de la plaza de la Concepción y la caleta de desembarco.

Esquema de las ampliaciones de ciudad realizadas por la Sociedad Constructora y su continuadora, la SERU,  junto a la traza del Parque García Sanabria

En esa segunda mitad de la centuria se produce una fortísima expansión poblacional motivada por una gran inmigración de tal manera que no había capacidad para dotar de espacio residencial suficiente. Es cuando surge la primera empresa privada orientada al desarrollo urbanístico de la ciudad y a la construcción de viviendas asequibles. Sería la Sociedad de Edificaciones y Reformas Urbanas que se funda en 1866. La conocida más coloquialmente como “La Constructora” asumiría la iniciativa para el desarrollo de la ciudad con la reticencia del Ayuntamiento, ocupando unos terrenos situados entre las calles del Castillo y Pilar.

 Bajo el impulso inicial del primer arquitecto titulado Manuel de Oraá y de otros técnicos que le seguirían como Federico Solé y Mariano Estanga, la Constructora lidera la responsabilidad de diseñar la expansión en la periferia del casco. Su primera intervención sería el llamado Barrio Nuevo Obrero que se diseña conformado un trazado en retícula rectangular de pequeñas manzanas estableciendo por primera vez un orden homogéneo en la forma de la expansión dela ciudad. A esta primera expansión le sucederían rápidamente otras en las que se incorporan nuevos agentes urbanísticos también privados. Serían los que construirían los barrios de Duggi y los ensanches de la Rambla de Pulido y de las fincas La Roche y de los belgas.

 A todo este esfuerzo urbanizador se incorporaría posteriormente la ejecución del barrio de los Hoteles y de Pino de Oro, que junto a la construcción del parque de García Sanabria constituyen uno de los capítulos más interesantes de la historia del urbanismo dela ciudad. Todoeste proceso quedaría cercenado en 1936 con la ruptura traumática que supusola Guerra Civil Española.

 Trazado actual del Parque García Sanabría tras la remodelación terminada en 2009

La década que abarca los primeros diez años desde que concluyera la Guerra Civil Española fue un tiempo muy difícil para los habitantes del archipiélago canario. Mientras se apagaban los rescoldos de aquella sangrienta contienda de una manera traumática, se vino a sumar el bloqueo naval de suministros que originó la 2ª Guerra Mundial. Debido a ello, frente a la brillantez del desarrollo experimentado anteriormente, la arquitectura y el urbanismo sufrieron entonces una ralentización muy fuerte en Santa Cruz de Tenerife.

 A pesar de esas circunstancias de postración, en esos momentos se ejecutaría la llamada barriada de García Escámez que se sitúa en La Abejera un enclave alejado la periferia del núcleo consolidado entonces. Surge como una acción del recién instituido Mando Económico de Canarias, un organismo dependiente del gobierno militar que trata de estimular la recuperación del desarrollo en el conjunto del archipiélago. Entre sus objetivos estaba la dotación con vivienda digna a los más desfavorecidos y también establecer algún tipo de respuesta pública a la acción especulativa. Años atrás había surgido una pléyade de promotores privados que estaban estimulando irregularmente la ocupación edificatoria de las periferias urbanas mediante parcelaciones dispersas clandestinas o parcialmente toleradas.

Plano de definición de los elementos urbanísticos que componen la Barriada de García Escámez

La barriada de García Escámez es un diseño del arquitecto municipal Enrique Rumeu, de cuya mano surgen muchos proyectos públicos que se desarrollan en esos años. Ese conjunto urbanístico se plantea como una agrupación residencial completamente autónoma, que recupera los recursos formales del llamado movimiento regionalista y una concepción más rural del desarrollo poblacional. El barrio se estructura alrededor de un eje conformado por una rambla arbolada con paseo central que se orienta hacia la iglesia de San Fernando Rey y las casas parroquiales. Alrededor de una especie de plaza mayor se sitúan otros edificios con soportales y viviendas de baja altura. Alrededor de ese espacio lineal se van colocando otras construcciones residenciales y equipamientos. La actuación ocupa una superficie de 11 hectáreas e incorpora al crecimiento urbanístico de la ciudad un contingente de 300 viviendas ejecutadas en dos grupos sucesivos. Años después seguirían otras numerosas barriadas que siguen un planteamiento similar.

 El poblado satélite de García Escámez, como alguno lo ha denominado, destaca por su magnitud y ambición entre toda la obra realizada por el mando Económico en ese escaso lustro que comienza en 1940. Pero, sobre todo, y más allá de las connotaciones ideológicas, es ejemplar por la maestría con la que se pretende crear un nuevo espacio urbano completamente dotado de equipamientos, servicios esenciales y jardines amables.

29 viviendas de García Escámez: uno de las primeras promociones que se realizarían en ese lugar. Foto: José Mesa Mataparda, Wikipedia

El desarrollo urbano de esta ciudad experimentaría un nuevo cambio con la aprobación de su primer Plan General de Urbanización a finales de los años cincuenta. Sería plenamente coincidente con la aprobación estatal de la llamada Ley del Suelo que consagraba una nueva metodología para la actuación urbanística. A partir de entonces, la acción pública se centraría en el desarrollo de los llamados Polígonos.

 Visto en retrospectiva son unos años en los que el descontrol urbanístico se había convertido en la pauta dominante a pesar del esfuerzo que realizaban las instituciones para encauzar la fuerte demanda de vivienda. De acuerdo a estudios realizados posteriormente, hacia 1970 la superficie comarcal entre las ciudades de Santa Cruz y La Laguna había sido ocupada en un 70% por actuaciones clandestinas de urbanización que promovían la autoconstrucción de la vivienda mientras que los desarrollos privados legales solo suponían un magro 7 %, siendo el crecimiento restante responsabilidad de la promoción pública de diversos organismos que actuaban de una manera descoordinada y sin atender a los criterios de la planificación establecida.

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