OTRA ALIMENTACIÓN POSIBLE

Según señalaba en un artículo reciente la economista italiana Loretta Napoleoni, en el mundo hay comida para todos. En algunos lugares tenemos una dieta sensiblemente mejor que en el pasado y los precios de los alimentos son los más bajos de los últimos cuarenta años. Pero sin embargo, 1.000 millones de personas padecen hambre.

Lo relevante es entender cuales son las causas de semejante contradicción. Una primera aproximación al entendimiento de esta cuestión la ofrece el propio título del artículo de Napoleoni,
Comida hay, pero a precio de petróleo. Sacando conclusiones de otro informe auspiciado por el Banco Mundial y Naciones Unidas titulado Evaluación internacional de la ciencia y tecnología agraria para el desarrollo, el problema del hambre relacionado con el acceso a productos agroalimentarios no se debe tanto a una posible escasez de producción, que no existe, como al coste final que implica su desplazamiento planetario. El precio de la energía necesaria para el traslado de bienes comestibles hace inaccesible económicamente algunas producciones básicas para la alimentación de la población en los países más pobres.
En el mundo desarrollado se ha impuesto un modelo de alimentación altamente homogeneizado, que se basa en el transporte masivo de productos cultivados en sitios muy lejanos. El sistema se apoya en una alta eficiencia funcional a partir de cadenas logísticas muy sofisticadas que al menor fallo generan pánico masivo como el ocurrido estas semanas atrás en España, a raíz de una huelga salvaje del sector del transporte.

The greenhouse project. Una apuesta por la agricultura local en Johanesburg. Inhabitat

El aumento acelerado del precio del petróleo y la transformación de la agricultura tradicional hacia una producción altamente tecnificada, totalmente orientada a la exportación a los mercados mundiales, ha originado en el último siglo la desaparición de las prácticas agrarias destinadas a los mercados locales. Las pequeñas plantaciones y granjas han ido siendo sustituidas paulatinamente por explotaciones cada vez más centralizadas en las que la participación de la mano de obra también ha ido disminuyendo inexorablemente hasta convertir al sector agrícola en un epígrafe casi marginal de la economía de muchas regiones y lugares.
El cambio de tendencia en el último lustro que ha supuesto el desmesurado incremento del coste de los combustibles fósiles, algo que va a ir a más según señalan los expertos, está dando al traste con un sistema de distribución basado en la disponibilidad de una energía muy barata. El constante aumento de los combustibles y de la electricidad está dificultando progresivamente la eficacia de los mecanismos existentes para el control, acumulación y distribución de los productos alimentarios a escala mundial.
En estos momentos de crisis, las alarmas están sonando en muchos y distantes lugares en los que la población está intentando entender en un primer momento lo que está pasando. Sin embargo, la paralización de los estamentos políticos y la ineficacia de muchas administraciones públicas para valorar efectivamente la magnitud del problema requerirían que se produjera rápidamente una toma de conciencia global que catalice los cambios que será necesario realizar a nivel de cada localidad o región para contrarrestar la inviabilidad del sistema alimentario.
Sin embargo, las inercias sociales son tan fuertes que en este intervalo de parálisis es fundamental recopilar y difundir iniciativas que pueden ayudar a un cambio de mentalidad respecto a la producción y distribución de los alimentos para orientar su adquisición colectiva de una manera más sostenible.
Según un trabajo reciente titulado Hacia un cambio radical del modelo alimentario y publicado en
Le Monde Diplomatique, tres criterios deberían ser los que deberían tenerse en cuenta para apoyar otro tipo de producción agrícola y ganadera.
En primer lugar, el ecológico para que se evite la gran contaminación que producen los abonos y pesticidas que caracterizan las producciones industriales actuales. También es necesario considerar la perspectiva sanitaria, tratando de generar el modo de alimentación más adecuado al mantenimiento de una buena salud general de la población. Y en último término, considerando la atenuación del impacto que sobre el territorio, la cultura y la idiosincrasia de los lugares, ha ejercido una forma de distribución de los bienes de consumo altamente depredadora.
Lo anterior no puede significar la recuperación romántica de formas de producción del pasado. La agricultura futura debería ser más próxima y estar influida por la aplicación de los últimos conocimientos científicos que señalan la insostenibilidad de los modelos productivos masivos, ligados a una gran contaminación de suelos y acuíferos así como altamente insaludables debido al añadido de todo tipo de aceleradores químicos. Comer menos carne, reducir la importación de productos no estacionales y relocalizar con criterios de proximidad en todo lo posible la producción agrícola y ganadera deberían ser objetivos a asumir cultural y colectivamente.
En algunos lugares se están experimentando ya alternativas que resultan altamente innovadoras y estimulantes sobre otras formas de producción alimentaria. Un ejemplo es la propuesta denominada
Comunity Supported Agriculture (Agricultura Soportada Comunalmente), aparecida en el portal profesional americano Planetizen.
Granjeros locales de la East Lake Comunity Development. Decatur, Georgia. Planetizen
Greg Ramsey es un arquitecto de Atlanta que está trabajando con notables resultados en este campo. Propone un nuevo tipo de comunidad urbana que integra la actividad agrícola como parte fundamental del diseño urbanizador. Presenta un ejemplo denominado Gaia Gardens, situado en una parcela de 8 hectáreas que preserva el 60% de la superficie disponible para jardines y cultivos al servicio de la comunidad. Lo más interesante es el sistema organizativo por el cual los residentes han contratado a un equipo formado por agricultor y granjero a tiempo completo para el mantenimiento de la producción y el suministro de productos frescos a los residentes. El sistema permite la venta al mercado local del excedente de legumbres, fruta, leche, etc. de una manera que es posible su mantenimiento económico sin un excesivo coste.

Ordenación del East Lake Commons Development, Village Habitat Design

En Europa, existe también una larga tradición de huertos comunitarios localizados en las ciudades en los que se llevan a cabo tareas agrícolas como hobby de residentes en barrios densamente poblados. En Barcelona, el Departament de Parcs i Jardins se han puesto en marcha desde 1997 varias iniciativas de este tipo, tendentes a proporcionar pequeños terrenos para el cultivo en régimen de alquiler y destinados a diversos colectivos de vecinos. El cultivo de vegetales y flores es protagonista de estos pequeños parques utilitarios que actualmente utilizan jubilados para entretener su tiempo libre. En un futuro podrían servir también como recurso básico para la obtención de alimentos más baratos que los importados a través de los sistemas convencionales de distribución.
Entre otros huertos de carácter comunitario, en el distrito de Gracia de la ciudad de Barcelona, se ha generado
L’Hort de l’avi (el Huerto del abuelo), próximo al mundialmente famosos Parque Güell del arquitecto Gaudi, que se compone de parcelas entre 25 y 50 m2. Cuentan con los apoyos necesarios para facilitar las prácticas agrícolas a los usuarios, tales como armarios individuales para aperos, vestidores y área de descanso con servicios de apoyo, etc.
Entre los requisitos para participar en esta iniciativa catalana, la administración de parques exige pasar un período de prueba de 6 meses así como realizar una producción biológica sin fertilizantes, abonos ni plaguicidas. El arriendo de las parcelas es por un período máximo de 5 años y entre otros requisitos tienen preferencia los habitantes de los barrios más próximos.

Huerto en el barrio de Ofra. Del portal de noticias: Lo que pasa en Tenerife

En mi ciudad también se ha producido algún tímido intento liderado por los propios vecinos para hacer este tipo de actividades como el que se ha presentado recientemente en el barrio de Ofra. Varios jóvenes de una manera voluntariosa y anecdótica han puesto en cultivo algún jardín abandonado de su entorno.
Aunque la implantación de huertos urbanos pudiera realizarse de una manera masiva, probablemente no sería un sustituto adecuado a las formas industrializadas de producción de comestibles. No obstante, en una situación de cambio como la actual no debería desdeñarse cualquier alternativa que suponga un paliativo al incremento acelerado de los costes del acceso a los alimentos.
Es necesario tomarse más seriamente esta posibilidad si se considera que los costes de transporte de todo tipo de mercancías, se han incrementado desaforadamente en los últimos tiempos. En un lapso de 5 años el precio de referencia del barril de petróleo Brent ha pasado de 20$ a 140 Dólares y algunos expertos estiman que a lo largo de este año su precio puede fácilmente doblarse.
En una situación de altísimo coste de los combustibles habituales como la que existe, el transporte masivo de mercancías se está viendo seriamente afectado. En consecuencia, el desplazamiento global de alimentos es uno de los ámbitos más afectados por la necesidad de grandes cantidades de energía para transportar importantes volúmenes con un alto peso de productos agrícolas y ganaderos, haciendo cada vez más insostenible el modelo de producción y distribución que se ha desarrollado en el último siglo.

2 comments to OTRA ALIMENTACIÓN POSIBLE

  • Federico: estoy totalmente de acuerdo en que es necesario cambiar el sistema de producción de alimentos. Pero, para hacerlo, no hay más remedio que meterse directamente con el sistema de comercialización y distribución mayorista. Y eso es muy complicado porque en todo el mundo este campo está en manos de ocho o nueve grandes compañías con un poder extraordinario. La única alternativa viable vendría de las redes locales que integraran producción, distribución y comercialización. Se están haciendo algunos experimentos apoyándose en las posibilidades de la web pero, de momento, sólo son eso, experimentos (que yo sepa). Desde mi punto de vista es un tema clave para asegurar la sostenibilidad del planeta (mucho más importante que otras cuestiones territoriales a las que ahora me dedico realmente irrelevantes) y sería necesario empujar en este sentido de forma muy fuerte. Yo estuve trabajando hace unos años estudiando la “ineficiencia” del sistema de distribución español (supongo que pasará igual en otros países) y es, verdaderamente, una catástrofe desde el punto de vista de la sostenibilidad. A ver si gritando entre todos somos capaces de que alguien nos oiga y se ponga a trabajar seriamente en mejorar un sistema absurdo en el que todos (exceptuando los intermediarios) salen perdiendo. Hace tiempo que no creo en los huertos urbanos (más que como terapia) pero, tal y como se están poniendo las cosas, igual tendría que reconsiderarlo. Me ha gustado el artículo porque me ha recordado que, a veces, ante el cúmulo de cosas que hacemos perdemos las prioridades. Y esta es una que nunca debí haber abandonado. A ver si me remuerde un poco la conciencia y vuelvo al redil. Un abrazo.

  • carlos marqués

    Mejor poner adosados con sus barbacoas, y así el calentamiento global nos cocinará a todos lentamente y no ahorraremos el carbón

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